¿“Less is more” o “Less is bore”?
- Francisco Gagliardo
- 6 dic 2023
- 2 Min. de lectura
Mies van der Rohe y Robert Venturi han colocado un debate sobre el minimalismo y el maximalismo en la arquitectura desde el siglo XX hasta la actualidad, expresadas en estas celebres frases de marketing “Less is more” y “Less is bore”. Es natural como arquitecto o usuario tener una apreciación, criterio y tendencia hacía alguno de estos puntos expuestos. ¿Pero exactamente que defienden? Y ¿Cuáles pueden ser las consecuencias de estos extremos?
Peter Behrens fue quien acuñó la frase “Less is more”, popularmente atribuida a Mies van der Rohe quien fue su ayudante, quienes, al igual que Le Corbusier y Walter Gropius, también fueron grandes exponentes de la arquitectura moderna. Estas expresiones buscan llegar a lo mas puro de los elementos, el sintetizar, ordenar, desmaterializar y lograr una precisión de acabados, lo que conlleva grandes retos en el manejo de los detalles arquitectónicos y los procesos constructivos para lograrlo. Conseguir emociones y sensaciones en los usuarios es complejo ya que mientras menos elementos se utilicen, se potencia la sensación espacial. Quizás este tipo de arquitectura suele ser más valorada por los arquitectos, sin embargo, ¿Qué sucede cuando un usuario percibe al extremo esta intención y simplemente ya no percibe nada? Probablemente comienza a sentir una austeridad extrema, un vacío y una carencia.
Robert Venturi, precursor del posmodernismo, plantea “Less is bore” a partir de una arquitectura que recoge al pasado y la reintroduce como protagonista y que emplea ornamentaciones, decoraciones en sus fachadas e interiores de una manera más atrevida que usa colores y no teme de la asimetría. Tratando de humanizar lo que se consideraba perdido o que no se consideraba en la arquitectura moderna. Al igual que el minimalismo, pero en sentido opuesto, supone un gran reto en el diseño y en los procesos constructivos. Las molduras y esculturas sobre fachadas en edificaciones históricas suponían un gran reto, y dieron paso en la década de 1950 y 1960 a arquitecturas “Pop” con un auge en los Estados Unidos. Y nuevamente, ¿el extremo de esta sensación nos lleva al “kitsch”? Podríamos terminar causando una saturación, ruido visual y cansancio al momento de no saber en qué punto detenernos, y seguir colocando y añadiendo elementos a tal punto de que un todo no permita valorar nada, ya que, si todo destaca, entonces nada destaca.
No existe el bien o el mal en este debate. Existen criterios, parámetros y hasta gustos. Dependerá desde la arista que se lo desee analizar y la conclusión que pueda sacar un arquitecto o un usuario. Habrá proyectos que por su naturaleza tiendan a exigir un poco mas de lo uno que de lo otro, habrá extremos y también balances. Creo que las tendencias suelen ser cíclicas y cada una de estas expresiones tendrán picos a lo largo de la historia dejando hitos alrededor del mundo, siendo aplaudidos durante un período por muchos y repudiados por otros durante otro período.
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